RELATOS DE VAMPIRO: LA MASCARADA


EL PUTO AMO

( Relato basado en Vampiro: la Mascarada 5a Edición. Los derechos de este juego pertenecen a Paradox, Renegade, Biblioteca Oscura y Nosolorol. Esto es sólo un fanfic escrito por Antonio J. López AKA Toxizer)


Hola hermanita, dejaré esta carta en casa de la vieja, espero que la leas cuando vuelvas en Navidad, yo ya no vivo allí. Verás que últimamente he sido muy escueto en mis mensajes de móvil, tengo ciertas razones.


Es mejor que te sientes para leer esto, te va a parecer una puta locura, pero te aseguro que todo es cierto. Cuando termines de leerla, ve a las taquillas de Atocha con esta llave.


Todo este jaleo empezó hará unos cuatro meses cuando fui con Pacman al FIB, los primeros días todo fue bastante bien, montamos la tienda y nos dedicamos a fumar, beber y escuchar música.


El segundo día estábamos bastante reventados, encima hubo un incendio enorme cerca del recinto y unas rachas de viento fortísimas. Algunos grupos se rajaron y no se atrevieron a salir al escenario. Recuerdo toda la noche como una especie de ensoñación surrealista: la arena del recinto lacerando nuestra carne veraniega, gente colgada con la cara tapada arrastrada por el viento, estructuras de hierro que amenazaban con empalarnos, tiendas de campaña derribadas, el cielo nocturno aún anaranjado por el incendio y unos djs pinchando en medio de aquella escena que parecía pintada por un Bosco postmoderno.


En un momento perdí de vista a Pacman, el cansancio y la ingesta masiva de alcohol le habían convertido en una especie de zombie. Mi cabeza giraba entre el bullicio, me había tapado la boca con mi vieja camiseta de Oasis y disfrutaba en soledad de lo que quedaba de noche. Choqué con algo entre la polvareda, bueno, más bien alguien. Te habría encantado, era una chica menuda, rubia, con unos enormes ojos verdes, con pinta de guiri. Iba sin camiseta, y no pude apartar la mirada de sus pechitos, tímidamente ocultos por un pequeño bikini. Parecía ir tan ciega como yo. Me cogió de la cabeza, se inclinó hacia mi oído y me dijo en un castellano con acento: Acompáñame; y joder si lo hice, no sé como iba que le hice caso sin preguntarme ni una mierda, y pasé de mi colega Pacman. Atravesamos el dantesco espectáculo del campamento, con gente tirada por doquier, cubiertos de arena, manchados de pota y demás. La muchacha se movía con fluidez, jugueteando con el viento; a mi me costaba un huevo andar contra el dichoso vendaval sin caerme al suelo. No podía dejar de mirarla, desde sus converse desgastadas y sucias hasta su pelo ondulado que parecía tener vida propia. Por fin llegamos al aparcamiento, abrió la puerta de una vieja furgoneta volkswagen y me empujo adentro. Tenía un pequeño colchón, se me echó encima, me quité la camiseta del hocico para poder mordisquear a aquella preciosa aparición surgida de algún rincón de Europa; sin embargo fue ella la que se lanzó a besarme con violencia, para acto seguido morderme el cuello y...desde ese momento no recuerdo una mierda.


Me desperté en un conocido y repugnante hostal del centro de Benicassim, creo que era por la tarde, me encontraba fatal, hacía un calor horrible y tenía sangre seca por la ropa. En la ducha, tenía espasmos raros, vomité y me cagué a chorro, pensé en ir a buscar un centro de salud o algo. No tenía el móvil ni la cartera. No tenía fuerzas ni para dar un paso, entre terribles toses pensé que la iba a palmar, caí desplomado en la mugrienta cama.


Me desperté en plena noche, con un hambre de cojones, mi mente estaba bajo mínimos. Salí de allí como pude, con la ropa llena de mierda. Está to pagao, me dijo el de recepción guiñándome un ojo, le pregunté por la chavala, solo me dijo que había pagado un par de noches y que no había vuelto a aparecer en todo el día, me había dejado allí a eso de las 4 de la mañana. Tras deambular como un chiflado por el pueblo costero llegué a la playa, mis ojos estaban inyectados en sangre y mis colmillos afilados. Me tiré al mar intentando calmar lo que fuese que me estaba ocurriendo, un inglés borracho se acercó para cachondearse, y de forma instintiva me lancé a desgarrar su carótida y beber sin parar de la roja sangre adulterada. Notando una calma y un colocón inusual, me volví a meter en las frías aguas del mediterráneo para limpiarme. Lo sentí un poco por el guiri guasón, su cadáver terminó también en el agua, nunca supe si lo habían encontrado. Nadie se había percatado de la matanza y con la mente algo más tranquila, caí en la cuenta de lo que era...¡ Un jodido vampiro! Hermanita, me acordé de ti y de las pelis de terror que habíamos visto juntos. Recuerdo lo mucho que te acojonaba el Drácula de Coppola. Desde la muerte de mi primera víctima decidí ser más cuidadoso y no cargarme a nadie, en parte por ti, para no hacerte daño y en parte por mi, para no terminar en plan animal y dar el cantazo y que me viviseccionen o algo unos científicos gilipollas.


Cuando pude le envié un mensaje a Pacman, explicándole que había enfermado y regresado a Carabanchel, él estaba volviendo a su casa en nuestro querido Reino de Murcia. Ojalá hubiésemos conservado el piso en La Manga después de la muerte de papá, ahora mismo me vendría de coña. Para variar, la vieja no estaba en casa, me dejó una nota, que se había ido con un amigo a Asturias. No volvió hasta finales de agosto.

Total, que estaba de vuelta en la capital y tenía un sitio seguro en el que cobijarme. Por el día me da una especie de sopor inaguantable y caigo rendido. Ser un chupasangre en Madrid en verano es un poco mierda, muchas horas de sol y poca gente de la que alimentarse; al menos no notaba el calor, tengo el termostato averiado, como los viejos o los yonkis. En esos primeros días estaba lleno de preguntas, ¿ Qué fue de la rubia guiri? ¿ Por qué me hizo esto? Hay quién podría considerar esto una maldición, sin embargo, yo lo vi como una oportunidad. Ya sabes de mi misantropía casi clínica, además mi vida últimamente era bastante mierder, y ahora, sin buscarlo era un jodido amo de la noche.


Intenté recordar todas las historias de vampiros que conocía. Mi máxima preocupación era la alimentación. Al principio me alimentaba de animales, pero empezó a ser sospechoso, había carteles de mascotas desaparecidas por todo el distrito. Me ha costado un huevo, pero he llegado a controlar el asunto para beber un poco sin llegar a matar a la víctima, y después les digo que olviden y así lo hacen, es como un rollo de hipnotismo. Resumiendo, el sol me jode, no puedo beber ni comer sin potar, tampoco me funciona el pito, aunque alimentarse es orgásmico, como ese rollo que soltaban en Trainspotting sobre chutarse, pero cambiando el jaco por sangre. Se supone que estoy muerto, pero cuando estoy debidamente alimentado me siento de puta madre, no me duele nada, me siento más fuerte y atractivo, no sé como pero he logrado remover mi sangre y no tener aspecto de cadáver.


Tras un par de noches aburrido en Carabanchel Bajo, decidí volver a salir por nuestros sitios habituales, la mayoría de nuestros conocidos estaban de vacaciones. Sin embargo, en el Tupperware me encontré a Alba, estaba con un par de amigas que creo que conoces, una muy alta y otra que va en silla de ruedas. Me acerqué con decisión, olvidando aquella cobra que me hizo en San Isidro; la miré a los ojos y le solté, voy a besarte y tú a mí, y al segundo nos estábamos morreando. Era placentero pero quería más de ella, me la llevé al baño y me alimenté, un poco, tranqui, sigue viva. Esa primera noche me recorrí todo Malasaña, saludando a unos y a otros, charlando, ligando, y atiborrándome de sangre, cual obesa sanguijuela. Me sentía que te cagas, enfundado en mis viejos vaqueros, con mi camiseta de AC/DC, intentando fumar un pitillo, puedo pero es algo raro; ahí me di cuenta de que era el puto amo. Me movía con soltura y seguridad por la veraniega noche madrileña, bromeaba con las putas de Montera y los chaperos de Sol, intimaba con los chinos vendelatas y todo era maravilloso; esperaba septiembre con ansías.


Pero no todo fue risas y jolgorio, volviendo a casa una madrugada, tuve un lío con un ruso o algo así, pasaba por la calle de los putis, Ramón Sainz, y mandé a la mierda aun par de viejas zorras latinas muy pesadas, el portero, un tal Iván me siguió diciéndome no sé que, y a la vuelta de la esquina me metió una buena hostia, dolió menos de lo que debería, y fue mi turno, lancé un puñetazo sin mucha gracia pero bien dirigido a la mandíbula del tiparraco. Fue asqueroso, la mandíbula inferior se desgarró y salió volando en un amasijo sanguinolento, justo llegaron las putas y empezaron a chillar cual cerdos en matanza. No sé si el gorila eslavo sobrevivió, pero no volví a verlo en la puerta del garito; espero que no palmase por esa tontería, no sé quizás pudieron engancharle la mandíbula o algo.


Como ves todo parecía bien, me creía el amo del cortijo, y aunque alguna vez me pregunté si habría más vampiros como yo en la capital estaba tan subido que me importaba una mierda. Para cuando mama llegó a casa yo ya me había alquilado una buhardilla en la Latina. Se lo puse por mensaje, y creo que le sudó el coño. Te preguntarás como conseguí la pasta siendo un parado, pues bien, siendo vampiro se ahorra bastante en comida, y además, saqueaba a la mayoría de mis víctimas. Se notaba la vuelta al cole, la ciudad bullía con más intensidad y los turistas eran víctimas perfectas.


Caminaba con chulería por la vieja capital, mantenía a raya a mi yo monstruoso, atrás quedaba aquella aciaga noche en Benicassim y me sentía de puta madre. Todo empezó a cambiar una noche que deambulaba por la plaza Mayor a altas horas de la madrugada, ya había bebido con anterioridad de algún vagabundo y esa noche aún tenía algo de gusa. Había al menos una veintena durmiendo en sus pequeños palacios de cartón. En un pequeño callejón abovedado con fuerte olor a orines, vi a una posible víctima, un tipo tirado sobre unas mantas, despierto y fumando un pitillo. Se puso de pie iba a pedirme dinero o robarme, no lo tengo muy claro, pero cuando me acerqué ya con los colmillos buscando su cuello, el tipo me sorprendió. Era un anciano especialmente apergaminado que parecía saber lo que yo era, divagaba sobre que le mordiese, que estaba triste por que los viejos amos habían oído una llamada o algo así; luego me metió prisa, por si nos pillaba la inquisición, pensé que era un chiflado, aún así bebí un poco para calmarle y me piré de allí enseguida. Recordé a papá, nobody expects the spanish inquisition, le encantaban los Phyton. Iba por la calle Toledo, tan campante, intentando silbar, saludando a la gente de limpieza del ayuntamiento, cuando me percaté de un tipo enorme que estaba limpiando con la manguera, y se me quedó mirando unos segundos de más, el tipo era nuevo, conocía a todos los que pululaban por la noche en mi barrio.


La no vida siguió más o menos igual. La señora de abajo murió, y llegó una nueva inquilina, Sol, una tía muy maja, y guapa, me hizo pensar, como sería mantener una relación con una viva, y llegué a la conclusión de que no sé realmente si lo mío tiene cura o algo, quizás con algún tratamiento, pero claro que doctor sabría de la existencia de vampiros, además, tampoco había visto ninguno en mi ciudad, aunque por las palabras del viejo vagabundo deduje que en algún tiempo pasado los hubo. También me dió por pensar en la rubia guiri, que le den.

Sol te caería bien, curra en una fábrica y le van cambiando turnos, por lo que me la suelo tropezar con frecuencia por la noche. Por lo demás, sigo a lo mío , soy el rey lagarto, yo parto y reparto. Me reencontré con Pacman en Malasaña, vino con unos colegas suyos de Murcia y estuvimos de farra, el muy cabrón me dijo que me ve como más delgado y demacrado, que si le estaba pegando mucho a alguna droga, si él supiera. Es cierto que aunque hago mi truqui de la sangre para aparentar humanidad estoy algo diferente, joder, a veces me miro al despertar y parezco un muñeco de cera, me viene a la mente la imagen de papá en el Tanatorio.


El vagabundo viejo me sigue cada vez que me ve, dando porculo para que le muerda, evito echar por los alrededores de la Plaza Mayor, pero el tipo es muy pesado. Pero bueno, intento seguir a lo mío. En uno de esos garitos pijogarrulos de la zona de Letras me tropecé con la vecina. Estuvimos un buen rato de charla y noté cierta atracción, y sin hipnotismo. Vane, espero que vengas a verme, te echo de menos, y espero que todo esto que estás leyendo no te acojone demasiado. Intentaré tener la cueva limpia y ordenada, en un par de días tengo visita, Sol, si, jejeje. Voy hoy mismo a dejar esta carta en nuestra casa, no creo que madre la lea. Aunque sea un drácula te quiero hermana.


Vanesa Fernández terminó de leer la extraña misiva, en Atocha abrió una taquilla, y dentro estaba la dirección de la buhardilla de La Latina. Fue al lugar, pero nadie abría la puerta, preguntó a los vecinos y según decían tanto Fernando como Sol se habían marchado, alguna vecina pensaba que juntos, pero lo extraño es que fue repentino, sin esperar a fin de mes ni nada. Al bajar a la calle, se asustó al ver a un viejo con pinta de cadáver andante.


- Señorita, si busca al nuevo amo, me temo que ha sido estacado y secuestrado por esos cabrones. Pero yo sé donde se reúnen esos santurrones en Madrid.


Vanesa estaba anodadada, ¿ Era todo cierto? ¿ Seguiría a ese anciano demente a vete a saber donde? ¿ Podría olvidar a su hermano sin ni quiera intentar todo lo posible por descabellado que pareciese?


FIN ?



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