Antonio J. López
Transmorphers
Supongo que todos conocéis Transformers;
esas tres películas, la cuarta está al caer, en las que dos facciones de robots
alienígenas, Decepticons y Autobots, se dan de hostias, mientras unos chavales
corren de aquí para allá, todo ello envuelto en propaganda militarista yankee;
y es que todos sabemos que a Michael Bay se le pone dura con el ejército. La
primera parte de la saga tuvo su estreno en la gran pantalla el 4 de julio de 2007,
pero otra película de robots transformables había llegado al videoclub el 26 de
junio de ese mismo año: se trataba de Transmorphers.
Antes de nada decir que esta peli, de la que se hizo una precuela en
2009, (Transmorphers: Fall of Man) es
un producto de The Asylum, una compañía cinematográfica que sólo realiza pelis
de bajo presupuesto que van directamente a video. Esta empresa produce dos
tipos de películas: de animales gigantes o con mala leche (Mega Shark Versus Giant Octopus, Mega Pirhana, Sharknado) y “adaptaciones” de pelis famosas, lo que
muchos llaman mockbusters, y que aquí bautizamos como doppelgängers ( Almighty Thor, Paranormal Entity, The Da
Vinci Treasure).
Leigh Scott, el director y guionista de este aborto fílmico, es un viejo
conocido entre los que visionamos cine de dudosa calidad (King of the Lost World, Frankenstein Reborn, Pirates of Treasure Island).
De los actores ni hablamos, porque no hay ni uno conocido, excepto una tal Amy
Weber, que sale en WWE. Durante todo el film, uno tiene la impresión de que el
elenco va a despelotarse y a empezar a follar, y es que por su baja calidad
parece una porno; pero aquí no se chinga ni se enseña nada. Realmente, todo
está mal en esta película, y además, se hace aburrida; al menos con Sharknado nos descojonamos un rato.
Más allá del nombre, el argumento de Transmorphers
no tiene nada que ver con Transformers.
Sólo debían saber que la cosa iba de robots alienígenas y que saldrían
militares; de hecho dudo seriamente que Scott haya leído algún comic de Transformers o visto algún episodio de
los dibujos animados, porque de haberlo hecho, podría haberlos copiado y este
subproducto sería más entretenido. A favor de Scott hay que decir que Bay
tampoco parecía conocer Transformers
antes de rodar su propio truñaco.
En Transmorphers, unos robots
alienígenas invaden la Tierra en 2014, que ya falta poco, y arrasan a la
humanidad. Los supervivientes construyen una ciudad subterránea y allí viven
escondidos de las máquinas; vemos un toque Matrix
en todo este rollo. Al comienzo de la peli, aparecen los robots avanzando
en dirección a la ciudad. Se envía a un equipo que muere inútilmente contra
ellos, por lo que se toma la decisión de descongelar a Mitchell, un antiguo
soldado que se encuentra criogenizado por traición, el héroe de la peli. A
partir de ahí se van alternando escenas dentro de la ciudad en las que ocurren
cosas intranscendentes y se habla de las misiones para derrotar a las máquinas;
y escenas de batalla en el exterior, gente corriendo por un solar de noche. Las
escenas de acción son caóticas y aburridas. En una de ellas el sonido es pésimo
y sólo se escucha el desagradable zumbido de las máquinas y los rayos laser. En
cuanto a los robots, los hay de cuatro tipos: unos de tamaño humano, otros algo
más grandes, otros bastante más grandes, y unos voladores con forma de media
luna; de todos ellos sólo se transforman los del segundo grupo, los que son
algo más grandes que los humanos, y se transforman únicamente en cañones y
tanques, viva la originalidad. No os desvelaré más sobre el argumento de esta
inigualable obra del séptimo arte, por si tenéis huevos a verla.
P.D.: Llamadme masoca, pero estoy a punto de ver Transmorphers: Fall of Man.
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