NOTA DE HOMICIDIO
Por
Rubén Bleda
Repito:
nota de homicidio. No confundir con una nota de suicidio. Las notas de suicidio
se escriben para explicar los motivos por los cuales uno ha decidido matarse.
Mi nota es también una justificación, pero no de mi muerte futura, sino de la
tuya reciente, de la tuya aún encharcada en sangre, en tanta sangre, qué
horror, con ese hedor a hierro podrido que me repugna. Pero no era momento de
ponerse a limpiar. Estas notas hay que escribirlas en caliente, aquí y ahora,
no sea que luego surjan vacilaciones y ya no tenga valor para haberte matado.
Ahora,
con la confusión, con el estupor de verte súbitamente muerto, en tu propia
casa, degollado por una espada samurái de tu orgullosa colección, cuando sin
recelo alguno te disponías a retirar el disco del aparato, y en un segundo,
¡zasca!, estabas con el cuello abierto, vomitando sangre incrédulamente –qué
momento, qué momento –supongo que te rondará por la cabeza la desquiciada
pregunta: ¿por qué? Ah, la gente carece de imaginación, no entiende
nada, y por ello es preciso dejar notas de suicidio o (como en mi caso) de
homicidio. Así uno evita suscitar desafortunadas conjeturas.
Debería
haberte ensartado por la espalda, perforándote las tripas, y aún estarías
ofreciéndome el hermoso espectáculo de una lenta y dulce agonía. De ello te ha
salvado tu camiseta, a la que te habría convenido rendir la obligada pleitesía.
Todo haya sido por evitar el destrozo de la camiseta. Ni un segundo he tardado
en despojarte de la camiseta; eso lo sabes, porque respirabas todavía entre los
borbotones de sangre. ¡Qué imperdonable osadía la tuya, aparecer en clase esta
tarde con la camiseta! Parece que no tuvieras otra en el armario. Encima me
dices que te la habías comprado en el mercado por cuatro duros; ¡qué valor! Y
yo creyendo que eras uno de los fieles, un hijo legítimo del rock… No se viste
en vano una camiseta de Led Zeppelin. Tú deberías saberlo. Pero tú no lo
sabías, porque eras –déjame gozar del pretérito imperfecto –un traidor y un
comemierda, uno de esos amateurs cínicos y descoyuntados de la wikipedia age,
que tenéis todos los datos y habéis perdido todos los Mitos, que lo sabéis todo
y no Comprendéis nada.
Primero,
lo de que “Starway to Heaven” era un plagio del “Spirit” de Taurus, eso que me
contabas con ínfulas de experto. ¿No has escuchado esa canción?, y
saboreabas la oportunidad de descubrirme un mundo de eruditos desengaños; pero
¿qué pretendías poniéndome la canción, qué clase de sádica revelación? ¿Acaso
esperabas que cayera de rodillas, echado a llorar, confesando una ceguera
repentinamente iluminada por un profeta de youtube? ¿Qué admitiera haber subido
tantas veces al Cielo por la escalera equivocada, en un éxtasis espurio,
idolatrando a una divinidad inexistente? ¡Estúpido! Y te lo dije. Eres un
estúpido. No tienes ni puta idea. Con tu camiseta sempiterna, con tu
discografía completa en vinilo, no tienes ni puta idea. El Mito es la única
Verdad, y está por encima de tus mezquinas y minúsculas verdades. El plagio
forma parte del Mito. Y “Starway to Heaven” es más Leyenda, más Clásico, porque
detrás de ella se esconde la Mítica historia de un plagio.
Te
di una lección, te mostré tu ignorancia. Y aún así ¿te atreves a ponerte de
nuevo la camiseta? Qué imperdonable osadía la tuya. Pero así andáis las nuevas
generaciones: proyectando símbolos de cuyo significado no tenéis ni puta idea.
Sobrecargados de símbolos y desnutridos de significado. Así andáis. Y tú tan
feliz, con tu camiseta y tu ignorancia. ¡Ah, cómo me engañó tu camiseta! Yo que
te creía un auténtico devoto, y de pronto me sueltas, ¡con qué ligereza!, que
lo del mensaje oculto en “Starway to Heaven” es un mito, sólo un mito, y tienes
el valor de pronunciar la palabra mito con minúscula. Sólo es un mito,
colega. Y la palabra mito se quedaba pequeña, cuando debería quedarte tan
grande como la camiseta. Ven a mi casa después de clase y ponemos el disco
al revés. Yo lo he hecho muchas veces y no se oye nada, tío, nada de nada.
Y te reías, calculando mal mi reacción, juzgando divertido minar la Fe de un
Auténtico fan, aunque no me gusta la palabra fan (por eso la escribo con
minúscula).
Y
yo no podía consentir que la Mítica invocación de los Zeppelin a Satán,
codificada en la letra del Mítico tema, fuera en balde y menospreciada por un
niñato.
Y
cuando has pasado el disco al revés… Yo nunca había escuchado el mensaje, nunca
me había atrevido. Y de pronto… palabras tan nítidas, era imposible ignorarlo.
Era tan evidente como la arena, como un trozo de hielo, como la luz… Era un
mensaje para mí. Ellos me habían elegido, la mano de Satán era la mía.
Contemplé mi mano; pero ya no era mi mano, porque era la mano de Satán. Y ahí
estaba, sobre la mesa, la espada samurái que acababas de enseñarme, que habías
comprado por internet, porque todo lo hacéis ahora por internet, las nuevas
generaciones. Así andáis, con muchos objetos y ninguna Reliquia. ¿Ves? No se
oye nada, colega. Has ido a sacar el disco; yo he agarrado la espada. Satán
ha agarrado la espada. Robert Plant, Jimmy Page, John Bonham, John Paul Jones
han agarrado la espada. Pero la camiseta había que respetarla. En eso estábamos
todos de acuerdo.
No
dirás, por tanto, que has muerto a manos de un cualquiera y sin un motivo
razonable. Inmerecida honra tienes con este final.
Ahora,
sin tu permiso, me llevo la camiseta y los discos de Led Zeppelin de esta casa
impura. Por fin se convertirán en Reliquias.
Bravo! Como usadora infiel de cami de led zeppelin he pasado miedo. Me gusta!