Esta tarde mientras comía, y tras un día un tanto ajetreado, he puesto la televisión en una de esas cadenas autodenominadas progresistas y me he encontrado con la "aterradora" noticia de la muerte de unos soldados ucranianos a manos de los secesionistas "pro-rusos", con la intención de sabotear al pérfido gobierno que se aposenta en la cúspide ucraniana; la presentadora como buena autómata sin voluntad se ha limitado a leer con tono crítico lo que han escrito los gazetilleros de pelo engominado, barba y gafas de pasta, sin ni siquiera llegar a comprender la magnitud y el contexto que asola el territorio ucraniano, ha escupido toda la mierda que ha podido leer su mente atrofiada, y tan ancha. Pero no contenta con ello, en la siguiente noticia relacionada con Siria, se dedica a condenar al régimen Sirio por el supuesto ataque químico contra su población, el mismo pueblo que paradójicamente lucha contra los "rebeldes" para mantener al actual gobierno Sirio en el poder.
Estamos siendo manipulados descaradamente por los medios de comunicación a través de la tan cacareada neolengua profetizada por el polémico Orwell, de la que se valen para crear sus veraces-mentiras y transmitirlas a la plebe. El hecho de que sean de una "ideología" u otra, no exime a los medios de estar controlados, manipulados, y servir como amplificadores del mensaje perpetrado por la élite económica, por lo que no debemos fiarnos de la información que sale por sus insidiosas bocas. Una información que por cierto pasa por cientos de manos antes de caer en las nuestras, siendo manipulada, tergiversada y descontextualizada, quedando un refrito-documento-terciario carente de veracidad. Sé que no digo nada nuevo, pero aún hay gente que confía en la basura que sale por televisión como si se tratara de un puto dogma de fe. Las agencias controlan esa información, que es refinada por un ilimitado número de filtros, obteniendo lo que la élite desea, su evangelio, prodigándolo a través de sus medios.
Los
llamados periodistas se sientan frente a sus ordenadores con la única
función de trasladar la información masticada por las agencias, para que
la vocifere el traga sables o la degustadora de leche que pasaba por
ahí, tras hacer sus infinitas genuflexiones ante el sagrado Dios Dinero,
hace que se me revuelva el estómago. Sólo pensando en quedar bien ante
el público, haciendo gala de lo políticamente correcto, y patrocinando
la pasta de dientes de turno. Esta es la gentuza a la que confiamos
nuestra información, mientras personas que han arriesgado su valiosa vida por estar lo más cerca posible de la verdad, son olvidados y maltratados.
No confiéis en nadie, contrastadlo todo, pensad por vosotros mismos y no forméis parte del rebaño.



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