¡Qué alguien me saque de aquí! Me encantan las rarezas, lo juro, pero con esta cosa que Sienkiewicz perpetró en la década pasada no he podido. Lo he intentado, pero no ha conseguido atraparme. Hay unos cuántos a los que no he parado de leerles que Stray Toasters es una obra maestra, malsana y terrorífica. Supongo que para ellos así será, pero para mí se queda en malsana, artificial y muy poco atractiva. Y es una lástima, ya que de primeras este cómic paracía tener todos los elementos para que me gustase. Interesante, como cualquier cosa que venga de Sienkiewicz, con un dibujo imaginativo y fascinante, pero a la vez complejo y frustrante, que se pierde en florituras estructurales, y no permite al lector seguir la historia. No obstante es de agradecer que salgan este tipo de obras, nada lineales, y con algo de originalidad, aunque sea sólo para molar. Procedentes de mentes inquietas y desesperadas por entregarnos algo diferente, y publicadas por editoriales valientes.
"A instancias de la Policía, el psicólogo criminal y escritor Egon Rustemagik es liberado de su reclusión en una institución mental. Un asesino en serie tan brutal como desconcertante está sembrando el pánico en la ciudad, y necesitan su ayuda para detenerlo."
Bill parece vomitar sobre el papel todas las ideas que poseían su cabeza en aquel momento, en un ataque de delirio sin frenos, con poca gasolina y nada de aceite. Un guirigai de Burroughs, género negro, terror y lsd. Salpicado con el pincel ligero y colorido del autor, y el trazo de una mente a punto de entrar en erupción. Todo muy bonito, visualmente fascinante, pero denso y aburrido.
Así que sin más amantes de los cómics, si os gustan los alarde gráficos y las pajas mentales de rollo intelectual, este es vuestro cómic.
Stary ToastersEditorial: ECC
Cartoné
Páginas: 224
Precio: 25 €
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